sábado, 26 de julio de 2008

¿Y ahora cómo te olvido?

Salgo del cine con mi bolso de Mango, mis sandalias de Zara y mi vestido de H&M. Me pongo las gafas y salgo toda airosa. No soy Carrie, pero detecto que también me miran, a pesar de tener su edad pero no su armario. Eso sube la moral.

Aun el sol está alto y no es momento de volver al cubil. Barajo varias posibilidades y me decanto por Ikea (¡!) que hace mucho que no voy, porque si (era mi otra opción) me marcho a las rebajas, en mi situación habría sido un verdadero cataclismo que sumar a mis cuitas.

Me he dejado el iPod en casa y me fastidia. Me gusta pasear por estos sitios con mi propia banda sonora. Pero me doy cuenta de que es mejor así, porque si no me seguiría machacando en mi miseria sentimental con 'Tadjabone' http://http//es.youtube.com/watch?v=7lTHiObYX1o&feature=related, de 'Todo sobre mi madre'. Dios, cómo me pone esa canción....

Me bajo del coche y por todo el parking de Ikea un tipo canta por megafonía: "... y ahora ¿cómo te olviiiidoooo. Me siento taaaan perdiiiidooooo". ¡Toma ya! ¿No quería banda sonora? Y por más que apresuro el paso para escapar de esa tortura, él sigue: "empezó como un juego escondidos de los demás. En tu mundo soy el secreto que tienes que ocultar (¡¿pero qué he hecho yo para merecer esto?!). Lo que hicimos por vernos nadie lo puede imaginar. Yo quisiera cuando te tengo podernos escapar. tu amor es mi mal...". Luego he visto que es de un tal Fonsi, no Nieto http://http//es.youtube.com/watch?v=5lL2Vc8_LRQ

Al fin escapo de la pesadilla y entro, para darme cuenta de que tampoco ha sido una buena elección. ¿Cuántas veces hemos paseado por el Ikea de Sevilla? Durante un tiempo fue una tradición, junto con La Casa del Libro. Y siempre para que compraras velas. Ni más ni menos que bolsas de ¡cien cabitos de vela! ¿Para qué coño quieren cien cabos de vela una pareja de... sólo amigos sin sexo?

Invariablemente, las velas estaban en la lista. Un día leí una, escrita por ella, supongo. También había anotado, que yo recuerde: un popurrí de flores y una bombilla de "culo canijo". Definitivamente, eso no iba por mi...

Así que ahí, entre la caja Flort, la percha Propp y el organizador Jäll me di cuenta de que la visita iba a ser otra tortura, y no por tener que seguir los pasillos llenos de gente. Ahí estaba la cafetería, donde desayunamos aquellas extrañas mañanas rodeados de señores con mono (de trabajo); unos Kramfors como los míos, donde tú quisiste... y no pudo ser; un mosquitero como el que tienes en tu cama (y la de ella) ¡y a mitad de precio! (6,95 euros); la sección de los cubos de basura para reciclado que miré para tí (y para ella) porque no los encontrabas en Sevilla...

Al final sólo compro esa cebolla frita para las ensaladas que miraste con recelo la primera vez que la viste en mi cocina y después te comías a cucharadas directamente del bote.

Y entonces, andando entre la gente, de repente me doy cuenta de que tengo la cara muy seria. Lo siento físicamente. No sé qué percibirán los demás, pero desde dentro noto mi cara extremadamente seria, triste. No lloro pero mi cara expresa todo lo que llevo dentro. Como una máscara. O yo así lo siento.

Tu geisha

P.D.: Sé que hoy estás donde siempre me llamabas a esta hora. No lo has hecho. Ni lo harás...


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